miércoles, 30 de agosto de 2017

Razones por las que viajamos a Mar de las Pampas en invierno.

Hoy te cuento porqué me sentí especialmente con el alma encendida esos pocos días en la playa de Mar de las Pampas.

Siento que no hay tantos incentivos externos y me permito más tiempo para leer.



El Vasco lee todos los días en su momento de desayuno que, por lo general, le toma más de una hora. Yo en el cotidiano no desayuno más que un kiwi, así que ni siquiera me siento en una silla para guardar la ceremonia. 
Pero cuando nos vamos a la playa en invierno, cayó la tarde y el frío aprieta, nos da por leer.


Estar de vacaciones, implica desayunar rico. Hay tiempo, hay ganas y muchísimos permitidos.



Cuando toca buen tiempo, salir a caminar y caminar es un regalazo que me hago. Casi siempre a solas, al Vasco lo de caminar entre la naturaleza no le copa mucho, pero a mí es como si me cargaran el mejor combustible del mercado.









Subir al médano tan cerquita de la casa y saber que del otro lado me voy encontrar con la naturaleza estallando , tan inmensa y yo en esa escala tan pequeñita, me provoca un subidón increíble.













Cuando venimos a Mar de las Pampas en invierno, el Vasco siempre se copa con unos choripanes -bien tostaditos para mí- y mis favoritas, las mollejas.





Y no existiría felicidad completa sin un buen helado de sambayón, chocolate suizo y mousse de maracuyá.


El celu, se usa muchísimo menos. Fotos, algún whatsapp para ver cómo están los que no están con nosotros, un vistazo en Instagram (mi app favorita), y no más.


Tomar solcito cuando hace frío es un golazo de media cancha para mí.









Nos gusta porque cuando necesitás cortar con un poco del mundanal ruido, recorremos el centrito y almorzamos rico riquísimo en Aike Malen.



o tomarnos un tecito yo y un cafelito el Vasco en Havanna.


O nos vamos a Cariló a descubrir nuevos lugarcitos, aunque te voy a ser franquísima, vamos como tradición ya, porque me resulta un centro tan artificial, tan maqueta que no me lo fumo mucho tiempo. Igual siempre encontramos algún rincón que nos hace volver la próxima vez. Como este cafecito primoroso.






La elegimos porque nos permite estar juntos y más solos , aún si cabe.





Juntos y solos, con ese universo incomensurable para nosotros, ofreciéndose como el mejor espectáculo del mundo.





Podés creer nuestra suerte? Nosotros llegamos con el último día frío, frío, que hizo de los poquísimos de este invierno.Los que siguieron no pudieron ser más lindos! 
Julio en el mar argentino y podíamos andar en remerita.




Nos gusta porque todo nos resulta bello, estremecedoramente bello.



Y porque no importa las veces que volvamos, siempre habremos de recorrerla con un huella nueva.


Y porque nos permite recordar que estamos vivos y renovar los brindis por ser tan afortunados de tener consciencia de ello y de que esto no será así para siempre y entonces agradecer y agradecer.




Y cuando nos ponemos en ruta otra vez para volver a lo cotidiano, soñar con que habrá otro invierno, si Dios quiere y ojalá podamos disfrutarlo nuevamente y ser tan felices como en esta oportunidad.


Que toca volver al laburo, que hay sueños que cuestan lo que valen y nosotros no tenemos patrocinadores de nigún tipo. Así que al laboro! Gracias a la vida, siempre, siempre por tanto!